20/10/2021

Posee una de las mayores reservas de gas natural de América del Sur, sin embargo, dificultades geográficas y logísticas hacen complicada su masificación.

La distancia física y la complicada orografía del país, por una parte, unido a la concentración de los posibles mercados con interés económico en la ciudad de Lima y su entorno inmediato, por otro lado, hacen complicado establecer una escala que habilite las multimillonarias inversiones necesarias para trasladar el gas.

Además, los costos para transformar la matriz vehicular a una que utilice el gas natural como combustible son todavía elevados para los pequeños y medianos profesionales del sector, y las estaciones de carga son demasiado escasas como para permitir un uso masivo por los transportistas pese a tratarse de un combustible mucho más barato que el diésel.
Gonzalo Tamayo, ex ministro de Energía y Minas de Perú y uno de los responsables del grupo de análisis económico Macroconsult, resumió así a la agencia EFE la situación: “Elementos de naturaleza geográfica y económica hacen que los costos de llevar el gas sean altos, porque necesitas infraestructura extensa y compleja para llegar a mercados que no son muy grandes. Y para resolver eso se requieren esquemas desafiantes en cómo se pagan los costos de esa infraestructura y en el costo del gas, para que al final el usuario se pase al gas natural. Se necesita que la señal de precios que se envía al consumidor sea lo suficientemente atractiva para cambiar de un combustible a otro que sea más eficiente, económico y más amigable con el medio ambiente”.
Según el analista, los costos de infraestructura son demasiado elevados para que puedan compensarse a través del consumo masivo incluso en ciudades como Arequipa o Cuzco, que están entre las mayores y más económicamente pujantes del país.
Esa circunstancia dibuja una situación en la que sólo con una intervención pública se podría generalizar el consumo de este combustible
Del mismo modo opinó Gonzalo Castro de la Mata, gerente de Asuntos Externos de Pluspetrol, la empresa que lidera el consorcio que explota Camisea y que se embarcó en una lucha por masificar el uso del gas natural en el país.
“Perú es un país que ha sido bendecido por el gas. Hay suficiente gas para exportar, para abastecer el consumo interno y encima ahora reinyectamos el 25% de lo que se produce. Es totalmente lógico para Perú el hacer uso de su gas”, razonó.
Así, entre otras iniciativas, el Consorcio Camisea financió la instalación de tres estaciones de carga de gas natural vehicular en la región de Cuzco -donde se encuentra el yacimiento-, como un paso para incentivar su uso entre los transportistas.
También, en virtud de un acuerdo con el Ministerio de Energía, Camisea pondrá a disposición de los consumidores 50 millones de pies cúbicos diarios de gas natural (unos 300.000 galones diarios de diésel) a un precio promocional, todo con miras a abaratar y hacer atractivo este combustible.
Asimismo, dispuso un fondo de 39 millones de dólares para promover la adquisición de autobuses y camiones de GNV, que son más costosos que un vehículo diésel, pero que con el ahorro en el precio del combustible “se pagan solos”, apuntó Castro de la Mata.

¿Qué falta?

“La masificación está avanzando, pero falta infraestructura para transportar el gas a los hogares y faltan incentivos para promover el uso. Si bien hay incentivos económicos, la empresa privada y el Estado tienen que trabajar juntos para promover todas estas opciones que existen”, indicó Castro de la Mata a EFE.
Así, desincentivar el uso de otros combustibles más contaminantes como el Gas Licuado de Petróleo (GLP), por razones ambientales o de eficiencia económica, o incentivar la transformación o importación de vehículos a GNV serían algunas opciones.
Para Tamayo, estas posibilidades, así como los subsidios, son una necesidad, si bien advirtió que como todo “se debe buscar que sean medidas temporales, transitorias y lo más eficientes posibles”.
“Al final, hay que dar al consumidor la señal de precios de que ahorrará conectándose al gas natural. Así, el precio que pague por el gas tiene que ser competitivo. Y si eso se hace estable, cambiará”, resaltó el analista.